Ibn Razin





Prólogo

"Este resumen histórico, explica la razón de ser de la ciudad, y sobre todo, a los que vienen de fuera, les puede ayudar a comprender, por qué existe Albarracín y por qué tiene este renombre. La vida de esta ciudad, hoy como ayer pequeña en tamaño, que se inició bajo los musulmanes "Banu Razín", resulta, como en tantos sitios de España, una buena muestra de los valores que las distintas culturas, a lo largo de la historia, han aportado a nuestro ser actual".


Historia

La personalidad geográfica de la Sierra, diferente a la Meseta castellana y a las montañas y llanuras de Levante, configura su original historia.


Los primeros vestigios del pasado del hombre en tierras de Albarracín nos lo ofrecen las pinturas rupestres del Pinar del Rodeno, conservadas en doce covachas y abrigos rocosos de las areniscas triásicas. Algunas de estas pinturas son de una sugestiva belleza y representan una de las más antiguas muestras del arte humano.

Hacia el 2.000 a. de C. comenzó a llegar el conocimiento de la agricultura a los valles serranos junto con la domesticación de los animales. En Frías de Albarracín se nos ofrece la más antigua aldea de agricultores que conocemos en la Sierra. Se asentó fortificada sobre el cerro que se levanta junto al pueblo actual.


Luego, con la invasión de los celtas que indoeuropeizaron la Península a partir del siglo IX a. de C., se formó sobre nuestro país el pueblo de los lobetanos. Debieron ocupar lo que hoy es la Comunidad y sobre su economía agrícola y ganadera con el aprovechamiento colectivo de la mayor parte de la tierra y de los bosques y prados se forjó la base étnica y economicoadministrativa sobre la que aún viven en gran parte los habitantes de la tierra.

La época romana no ha dejado vestigios de mayor interés. La sierra fue cantada en sus bosques y frescas fuentes por Marcial, el gran poeta nacido en Blibilis, hoy un despoblado cerca de Calatayud. Fueron explotados sus bosques y minas de hierro y hasta un curioso alfar de cerámica decorada existió cerca de Bronchales. Las leñas de los montes eran la base de estas explotaciones industriales del capitalismo romano, al margen de las cuales el pueblo indígena de los lobetanos vivió su vida de agricultores y ganaderos semejante a la actual y en poblados no muy diferentes.

La inseguridad de los tiempos finales del Imperio Romano, la dureza de vida a que todo queda reducido en España, tras la invasión de los germanos y las luchas de los grupos de éstos entre si y contra los bizantinos, comenzó a valorar estas tierras aisladas y de fácil defensa. En donde hoy está Albarracín se debió fortificar un grupo de gentes en torno a una iglesia consagrada a Santa María. Cuando la invasión árabe, la peña sobre la que se asienta el castillo bordeada por el foso natural enorme que forma la hoz del río, fue un refugio único para lo que quedaba de cultura. En busca de seguridad, allí se organiza la capital económica y política de toda la comarca y de las regiones circundantes.


No sabemos mucho de los primeros años de la dominación musulmana, pero en el siglo X tenemos ya constancia de que en Albarracín está asentada una familia de origen bereber: los "Banu Razín".

Esta familia bereber, que dio el nombre a la ciudad, pertenecía a la tribu de los "Hawwara" del tronco de los "Butr", y debió llegar a España con los primeros contingentes musulmanes traídos por "Tarik". Estos Hawwara ocuparon, desde el mismo comienzo de la dominación musulmana, las serranías del Alto Tajo y del extremo Sur del Sistema Ibérico.

Todavía en esta época , la ciudad, se sigue llamando "Santa María de Oriente", lo cual es una buena muestra del carácter tolerante que tuvo en gran medida la invasión musulmana, puesto que denota, primero, la preservación de un nombre cristiano, y, seguramente, con ello la persistencia de una minoría, o quizá mayoría de población autóctona cristiana.

Una vez más, como de hecho debió ocurrir con romanos y visigodos, existía una población local, dominada o gobernada por una minoría, fueran romanos, godos o árabes, pero que en el fondo mantuvieron siempre la forma de vida tradicional del país, sobre todo en cuanto a la estructura socioeconómica y a la explotación del territorio, que se ha conservado hasta hoy en día. La Comunidad de Albarracín es el único ejemplo, aún existente en España, de una forma de explotación del territorio, que fue muy corriente sobre todo en la Edad Media y en épocas anteriores, que paulatinamente ha ido desapareciendo, y que sólo el fuerte arraigo que este sistema ha tenido siempre en la población de La Sierra, ha permitido conservar.

Al producirse la disgregación del Califato cordobés y tras las luchas de la fitna (1.009-1.013), nuevamente el aislamiento de esta tierra permitió a sus moradores vivir una relativa tranquilidad y convertirla en un foco político y cultural de cierta relevancia. En estos años turbulentos, los Banu Razín se erigen en soberanos independientes, consagrando una autonomía que de echo venían ejerciendo desde mucho antes. El primer soberano independiente, "Abu Muhammad Hudail ben Jalaf ben Lubb ben Razín", era un joven de unos 20 años cuando rompió con todos los lazos de obediencia a Córdoba.

A la muerte de Hudail en 1.045 le sucedió su hijo "Abdelmalik" (Abu Marwan Abdelmalik Ibn Razin), que gobernó durante 48 años. Hábil político, como su padre, supo mantener la independencia de su Estado frente a las presiones de sus vecinos y a la acción expansiva cristiana llevada a cabo por Alfonso VI y el Cid. Con éste último tuvo tratos alternantes, llegando en una ocasión a ser gravemente herido El Campeador en una algarada con los de Albarracín.


Clara muestra del refinamiento de esta corte, la tenemos en una hermosa joya aparecida en la vega de Albarracín. Se trata de una jarrita de plata con incrustaciones de oro, sin duda destinada a contener perfume, y que por la inscripción que porta, sabemos que fue dedicada por Abdelmalik a su amada Zahr (Flor).


A la muerte de Abdelmalik, en 1.103, el panorama de la España musulmana se ensombrece. Frente a la presión en aumento que ejercen los reinos cristianos, la llegada de los almorávides supone la desaparición de los reinos de taifas y la ruina de muchos centros culturales, desarrollados a lo largo del siglo XI. El hijo y sucesor de Abdelmalik, "Yahia", no llegó a gobernar ni un año. Tras apoderarse los almorávides de "Santa María de Aben Razín", la oscuridad vuelve a extenderse sobre la historia de esta ciudad, y no volverá a levantarse hasta que pase a manos cristianas.


A partir de 1.160 será ya "Santa María de Albarracín" al pasar hacia aquel año a manos de un soberano cristiano, don Pedro Ruiz de Azagra, el cuál mantendrá la independencia de aquel pequeño estado que hasta 1.379 el rey de Aragón no logrará incorporarlo definitivamente a su reino. Don Pedro Ruiz de Azagra era un caballero navarro que se mantuvo en su señorío serrano proclamándose "vasallo de Santa María y Señor de Albarracín", para recalcar su independencia de los reyes de Aragón y de Castilla que con el avance de la reconquista acabaron envolviendo a este minúsculo estado independiente sin conquistarlo. Para mejor sostener su independencia pobló principalmente con navarros la tierra, cuyos apellidos aún se mantienen en la Sierra. Los vasallos del Señorío de Albarracín apoyaron esta actitud con brío y habilidad. En más de una ocasión con feroz heroísmo. A don Pedro Ruiz de Azagra, primer Soberano cristiano de Albarracín, le sucedió su hermano Fernando II, soberano de aquél estado. A éste un hijo, Pedro Fernández de Azagra, tercer señor independiente, que hizo frente victoriosamente al Rey de Aragón Jaime I, obligándole a retirarse del sitio que puso a Albarracín. Le sucedió su hijo Alvaro Pérez de Azagra, cuarto soberano de Albarracín, casado con la infanta Doña Inés de Navarra, reino con el cual siempre mantuvo relaciones estrechas Albarracín.

A la muerte de don Alvaro Pérez de Azagra, el señorío de Albarracín lo hereda con plena independencia su hija mayor Teresa Álvarez de Azagra, casada con D. Juan Nuñez de Lara "el Mayor". Este sacó al país de su discreta neutralidad entre Castilla y Aragón para lanzarlo al torbellino de una de las vidas más aventureras y más borrascosas de toda nuestra Edad Media. Perdió temporalmente su estado ocupado por Pedro III de Aragón, tras un feroz sitio de la ciudad audazmente sorprendida por el rey de Aragón. Pero pocos años después, Jaime II lo entrega también temporalmente a Juan Nuñez de Lara "el Joven", aún en vida de su madre Doña Teresa Alvarez de Azagra. Vuelve a manos de Aragón, pero no por mucho tiempo, pues ante la presión de Castilla, Albarracín recobra su independencia otra vez al ser proclamando soberano, con los mismos títulos que siempre tuvieron sus señores, el infante Don Fernando, hijo de Alfonso IV de Aragón y de Doña Leonor de Castilla, hermana de Alfonso IX. Asesinado éste en Burriana en la misma cámara del rey en 1.359 por su hermano Pedro IV de Aragón, los de Albarracín se mantuvieron fieles a su mujer, una dulce infanta de Portugal llamada doña Inés. Primero se alegó que esperaba el nacimiento de un hijo que no llegó, pues tal vez sólo eran añagazas de los serranos para no entregarse al rey de Aragón, heredero del estado tras el fratricidio terrible de Burriana. Luego hicieron frente abiertamente al Rey no reconociéndole como heredero. Doña Inés, atraída por el rey de Francia y de Navarra, Felipe IV el Hermoso, contra la opinión de sus vasallos que tan románticamente la defendían, salió de incógnito hacia Navarra con un enviado secreto del rey de Francia con nombre de trovador más que de espía, llamado en las crónicas "Arnaldo, hijo de Arnaldo de Francia". En Borja los enviados de Pedro IV los lograron identificar y detener. Se conserva la orden por la que el rey, que estaba en Cullera, manda enviarlos al castillo de Luna y allí luego decapita a Arnaldo de Francia y lleva a Huesca bien guardada a la soberana de Albarracín.

Ni aún presa del rey la princesa de Portugal y soberana de Albarracín, aunque el rey de Aragón era ya por derecho el heredero del señorío, se sometieron los hombre fieles de aquel estado a Pedro IV. Le exigieron la libertad de su soberana y se negaron a reconocerle como señor mientras ella no les liberase de su juramento de fidelidad. Hasta 1.379, en Fraga, no se llegó a un acuerdo. Doña Inés recibió Tamarite de Litera y otros estados y liberó a sus vasallos fieles de Albarracín y su tierra del juramento de fidelidad.


Luego el rey de Aragón juró los fueros de la Ciudad y la Comunidad y reconoció la independencia total administrativa de la tierra que siguió eligiendo por insaculación un juez que gobernó el país hasta 1.713, en que el Decreto de Nueva Planta de Felipe V al terminarse la Guerra de Sucesión estableció en Albarracín un corregidor.


Después todo ha sido rutina y decadencia, acentuada más en el siglo XIX y lo que va hasta nuestros dias. En pié quedan sólo las murallas, la catedral y otros vestigios monumentales dispersos por el país. Como un recuerdo de aquella independencia los terrenos comunales que se extienden por gran parte de la Sierra forman con su rico patrimonio la llamada Comunidad de Albarracín, que pertenece a la ciudad y a las 22 aldeas que se agrupan con este nombre. Son los restos de una historia gloriosa. Hoy el gobierno de este patrimonio comunal enorme pasa de unas manos a otras, cada vez menos libre y, creemos, con menor provecho para los habitantes de la Sierra, sus legítimos herederos.

Textos del Dr. D. Antonio Almagro Gorbea, "Albarracín y su comunidad".







Fortificación de la Ciudad en la Edad Media

 

Albarracín en la actualidad
 


Crecimiento de la Ciudad de Albarracin entre los siglos IX y XVIII




Dominio árabe de la peninsula desde el año790 hasta
en año1492 que culmina con la conquista de Granada




Regalo de Abdelmalik a su amada Zahr (Flor).